Cuando el mundo se quedó sin luz, se nos iluminó la vida.
Fue un instante, aunque duró horas. Nos miramos a los ojos, bailamos y hablamos.
Mayo llega tras un apagón digital para que veamos sus flores.
Hace mucho que dejamos de oler el azahar, de recoger margaritas del campo, de pasear sin cascos que enmascaren el canto de los pájaros.
Mayo tiene botón de reinicio. No sé si estamos preparados para pulsarlo.
Porque, a pesar de recuperar consciencia, no se rompieron las cadenas.
Fue demasiado breve para que nuestros ojos se encontraran de fondo,
para que el cuerpo desentumeciera músculos,
para que la lengua dejara de ser teclado.
¿Existen las flores si no se ven?
A mayo hay que mirarlo.
Me encanta, Eva.
Por lo que voy leyendo, a mí este apagón me ha mostrado que soy más analógica que la media. Que sigo olfateando las flores y disfrutando de cosas "tontas" y naturales. A veces siento que es poca cosa pero visto lo visto creo que vale la pena valorarlo.
Me ha encantado tu texto.